Hasta los años 90 Bilbao era una ciudad post industrial, en crisis y completamente fuera del circuito turístico, pero el plan integral de modernización, encabezado por la construcción del sistema de metro en 1995, y del Guggenheim en 1997, transformó a la ciudad para siempre, dándole un tinte moderno y convirtiéndola en un destino de interés artístico.
Ambos proyectos estuvieron llevados a cabo por arquitectos de renombre -el británico Norman Foster estuvo a cargo del diseño de las estaciones y bocas del metro, y el canadiense Frank O. Gehry del edificio del Guggenheim- posicionando a Bilbao a la vanguardia de la arquitectura.
Hoy Bilbao es una ciudad moderna, muy caminable, hospitalaria con los visitantes (a diferencia de otras ciudades españolas como Barcelona), y con un centro financiero rico y elegante. Aquí las 10 cosas que más me gustaron de ella.
1. Museo Guggenheim:
Indiscutiblemente LA máxima atracción turística de Bilbao. Si disfrutan del arte contemporáneo el Guggenheim es un plan imbatible para pasarse una mañana o tarde lluviosa en la ciudad (y créanme que es muy posible que suceda). La entrada general cuesta €18 y puede sacarse directamente en la taquilla al momento de ir al museo. Incluso si no les interesa entrar, no se pierdan de visitar el edificio de cerca para ver las esculturas que adornan su exterior: Puppy, el perrito hecho de flores de Jeff Koons que va cambiando de colores según la época del año, “Maman”, la araña de la artista francesa Louise Bourgeois, y “El gran árbol y el ojo”, del escultor indio Anish Kapoor.
2. Café Iruña:
Desde 1903 sirviendo a bilbaínos (y ahora a muchísimos visitantes) en pleno centro moderno de la ciudad. El punto fuerte del Café Iruña no son sus pinchos (que están bien, pero tampoco es que van a competir por una estrella Michelin), sino su cualidad tradicional y su decoración de estilo mudéjar (más propia de La Alhambra que del País Vasco). Ideal para hacer un parate en cualquier momento del día o para cerrar la noche con un café.
3. Barrio Abando:
El centro moderno de Bilbao (en oposición al centro histórico) es la zona de la ciudad que más me gustó, y el barrio de Abando particularmente es el que más disfruté recorrer. Está lleno de tiendas reconocidas, restaurantes con mucha pinta, cafés de especialidad, bares de pinchos, arquitectura bellísima y hasta un Corte Inglés, todo con las montañas pintadas de verde vasco de fondo. Abando lo tiene todo en un kilómetro a la redonda y yo tranquilamente podría haber sido feliz solo visitando esa parte de Bilbao.
4. Avenida Don Diego López de Haro y Plaza Moyúa:
Tanto la avenida López de Haro como la Plaza de Federico Moyúa son la parte más elegante y sofisticada de una zona ya de por sí topísima como lo es Abando. Sobre esta avenida es donde están las grandes marcas y los hoteles de mayor renombre (como el Hotel Carlton, en la primera foto). La Plaza de Federico Moyúa, de forma ovalada, divide la avenida López de Haro en dos y es una fiesta de flores y arquitectura para no perderse.
5. Calle Ledesma:
Seguramente el clima gris y lluvioso que sufren gran parte del año tenga mucho que ver, pero cuando salen a comer o a tomar algo los bilbaínos parecen preferir, dada la opción, siempre estar en la vereda. Y una de las veredas más concurridas de la ciudad es la de la calle Ledesma, explotada de gente, ruido y pinchos hasta altas hora de la noche. Y aunque obviamente hay muchos turistas en la multitud, el público de esta calle es principalmente local. Después ya queda a gusto personal elegir cuál de las decenas de bares elegir, pero a nosotros el que nos pareció tener el mejor ambiente (aunque estéticamente no sea el más atractivo), es el Bar Ledesma, en Ledesma 14 (tercera foto). Otras veredas que en fin de semana explotan de gente tomando una cerveza son la Calle del Licenciado Poza y la del Maestro García Rivero
6. El centro histórico y las “siete calles”:
Siendo hija de una ciudad que tiene “solo” 500 años, suelo ser una gran admiradora de los centros históricos en todas las ciudades europeas a las que voy, pero el de Bilbao no fue de la partida. Muchos centros históricos tienen esa cualidad un tanto descuidada y marginal, pero que se matiza con comercios y emprendimientos modernos que le dan nueva vida y lo mantienen pintoresco sin verse triste. Aquí no sentí que se diera eso y por momentos me pasó algo que nunca me pasa viajando por España: no me sentí segura. A la noche parece animarse más, pero a la tarde, con los comercios cerrados por la siesta, realmente (al menos a mí) no me transmitió una linda vibra y fue un enorme caso de “Instagram vs realidad”.
Dicho esto, la arquitectura de la parte más histórica de la zona histórica, conocida como “siete calles” por las siete calles que la atraviesan, merece al menos una pequeña visita. Solo les recomiendo que para que sea lo más animada y disfrutable posible, eviten las horas de persianas bajas.
7. San Juan de Gaztelugatxe:
Una aventura épica a menos de 40 kilómetros de Bilbao. San Juan de Gaztelugatxe es un islote conectado a la costa por un puente de piedra y coronado por una ermita dedicada a San Juan. El lugar se hizo (más) famoso. en los últimos años por haber aparecido como escenario de Game of Thrones, donde se lo conocía como Dragonstone.
Diría que subir no es tarea fácil, pero la bajada es aún peor: el camino de ida, que es a pie, dura aproximadamente una hora y consiste en primero bajar de una montaña para luego subir a otra. La parte de la bajada, sobre un camino de piedras, es bastante exigente físicamente y requiere de calzado apropiado (yo llevé zapatillas de correr, pero lo ideal sería calzado de trekking, aunque había algún que otro loco haciéndolo en Birkenstocks). Por suerte no nos tocó lluvia este día, porque hacer la bajada con el suelo mojado y sin el calzado ideal me parece que puede ser peligroso. Costó pero realmente la experiencia, la vista, las fotos y lo cinematográfico del escenario valieron la pena.
El acceso a San Juan de Gaztelugatxe es gratuito pero hay que sacar la entrada con anticipación en la página oficial del predio. Y cuando digo anticipación lo digo en serio: si puede ser meses antes, mejor. La entrada se saca con un horario determinado que hay que respetar. Si van, calculen que entre la ida, la vuelta, la bajada y la subida, toda la excursión les va a llevar unas seis horas.
Desde el centro de la ciudad durante los meses de verano hay un bus de línea que va directo: el A3517, que se paga con la tarjeta de transporte Barik, una tarjeta recargable con la que se paga todo el transporte urbano de la ciudad y que puede comprarse en las estaciones de metro. Pagando con esta tarjeta las tarifas de viaje son MUCHÍSIMO más baratas que pagando en efectivo o con tarjeta de crédito. Chequeen las opciones de transporte en caso de ir a San Juan de Gaztelugatxe en invierno.
8. Mirador de Artxanda:
En Bilbao cuando se trata del clima todo puede fallar, y hay que estar preparada para eso. En nuestro caso la subida al mirador de Artxanda, desde donde EN TEORÍA puede verse toda la ciudad, no dejó muchas vistas panorámicas: la lluvia y la niebla cubrieron todo y el resultado fue lo que (no) se ve en la tercera foto. PERO eso terminó siendo una bendición, porque justamente la lluvia y la niebla nos regalaron unas escenas y unas fotos increíbles en la cima de esta loma a 300 metros de altura.
El acceso al mirador es gratuito y el ascenso se hace con un funicular que también se paga con la tarjeta Barik.
9. Getxo y Portugalete:
Getxo y Portugalete son dos ciudades “enfrentadas” que se encuentran a unos 20 minutos de metro del centro de Bilbao. Y una de las cosas que las pone en el mapa turístico es el transbordador o puente colgante que las conecta. Como no podría ser de otra manera, el boleto para cruzar se paga con la tarjeta Barik y es realmente muy económico.
Además del puente colgante, ambas ciudades son un atractivo en sí mismo: Getxo por sus playas y Portugalete por su encanto de pueblo portuario atrapado en el tiempo. Las dos ciudades, aunque casi pegadas, son muy distintas: a mí personalmente me atrajo mucho más Portugalete, pero por suerte, gracias al transbordador, en una tarde tenemos tiempo para conocerlas las dos.
10. Pinchos en la Plaza Nueva:
La Plaza Nueva es tal vez uno de los lugares que menos me simpatizó en un casco histórico que de por sí ya no me gustó. Es una plaza española con la estructura típica de otras como la Plaza Mayor de Madrid o la Plaza Real de Barcelona, pero que (al menos a mí) a diferencia de estas me resultó muy triste y desolada. Ah, pero un sábado a la noche a la hora de los pinchos tiene algunos de los mejores lugares para adentrarse en este deporte vasco de alta intensidad. Al día siguiente, eso sí, ya se rompe el hechizo: la Plaza Nueva no es un lugar que esté animado a toda hora ni todos los días, aprovéchenla si están un viernes o sábado por la noche. Mis recomendados, Gure Toki y Victor Montes, pero muy importante: inclínense por los pinchos calientes, que suelen estar anunciados en una pizarra, se hacen en el momento y son la verdadera especialidad del lugar. Estos pinchos son mini platos gourmet que en un restaurant común tendríamos que pagar €30 pero que aquí podemos degustar por unos €5, aunque en miniatura. Los pinchos fríos de la vitrina (aunque más económicos) son más bien para salir del paso.
Espero que este recorrido les haya despertado las ganas de recorrer Bilbao y cualquier duda o pregunta pueden contactarme por privado de Instagram! No les digo que comenten acá porque tengo una infección de bots queriendo venderme Viagra aquí en el blog, pero otro día hablaremos mejor de eso.
Y si están buscando alojamiento en la ciudad, aquí pueden ver mi reseña del NH Deusto, el alojamiento que usé para mis días en Bilbao.
¡Gracias por leer!
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